La corte del faraón es una película que reúne a la perfección los elementos que caracterizan el cine de José Luis García Sánchez, su director, y el de Rafael Azcona, su guionista. Tanto juntos como por separado han sido capaces a lo largo de su dilatada trayectoria de transmitirnos una visión de la realidad eminentemente crítica, aunando un sentido del humor lleno de ironía y de múltipes sentidos junto a una ejemplificación de los valores a través de la cotidianeidad.
En esta película, en la que hay un metarrelato, una mise en abîme, la opereta La corte del faraón, de Perrín y Palacios, les sirve a los autores para hacer una dura crítica a la censura y a la sociedad de la posguerra española. Los personajes se duplican dentro del escenario y, fuera de él, en todo el relato que se realiza en la comisaría. La luz y la música del escenario, con altas cargas eróticas, tanto en la imagen como en el subtexto de las letras de la opereta, se contrapone a la oscuridad y el caos de la comisaría, donde reina el absurdo de un policía, obsesionado por las ofensas al Generalísimo, y un sacerdote, catedrático de ética con unas normas morales bastante elásticas. Y donde todo aparece aderezado con una paella de encargo.
El protagonista de nuestro ciclo, Fernán Gómez, es un secundario con un rol muy diferente al del resto de películas que hemos visto. Sus apariciones son fugaces, pero mostrando su alto nivel actoral, siempre preciso, con esa voz bien modulada, bien dirigida y haciéndose grande cuando el papel lo requiere, a la vez que sabiendo dar el contrapunto a los compañeros de plano.
El protagonista de nuestro ciclo, Fernán Gómez, es un secundario con un rol muy diferente al del resto de películas que hemos visto. Sus apariciones son fugaces, pero mostrando su alto nivel actoral, siempre preciso, con esa voz bien modulada, bien dirigida y haciéndose grande cuando el papel lo requiere, a la vez que sabiendo dar el contrapunto a los compañeros de plano.
Tras el visionado, algunos pensabais que había cosas que no habíais comprendido por el uso del lenguaje y, quizá, el contexto demasiado local. A otros les costó entrar en este musical en el que las escenas hay que leerlas siempre con su doble sentido. A otros les gustó, viendo las dificultades de estrenar en 1985, ¡diez años después de la muerte del dictador!, una película que antes habría sido prácticamente imposible hacer.
Para que podáis seguir la presentación, os la dejamos aquí: